En RD seguimos “sorprendiéndonos” de que el narcotráfico esté en la política… como si fuera nuevo. La verdad es otra: los narcos no se acercaron; la política los adoptó hace décadas. Entraron por la puerta grande, con complicidad estatal, militar y partidaria. Ningún narco ha operado solo.
Los escándalos —Quirino, Figueroa Agosto, César el Abusador y más— muestran una relación vieja y vergonzosa: partidos que hablan de “buscar soluciones”, cuando son ellos mismos quienes crearon el sistema que permite que el dinero sucio financie campañas.
¿Por qué entran tan fácil? Porque los partidos no quieren invertir en sus propios cuadros. Si no llegas con “tu presupuesto”, no hay espacio. Así terminan desplazando a dirigentes serios para poner a candidatos que garantizan “no gastar”.
Aunque hoy hay más vigilancia ciudadana y casos que no pasan desapercibidos, el problema sigue: sin dinero, no hay silla en la mesa. Y hacia 2028, la solución no es dialogar: es dejar de hacerse los pendejos, cerrar las puertas que ellos mismos abrieron y permitir que el mérito compita con el dinero.
Porque la verdad es simple: los narcos no se infiltraron en la política. La política los cuidó, los financió y los dejó crecer.


