Saravia Numa
Un influencer, si hacemos caso de lo que afirma Wikipedia, es una “celebridad de internet”, expresión casi tan vaga como el término inglés, que es el más utilizado. Son figuras provenientes de diferentes campos, y a veces de lugares muy imprecisos del ciberespacio. Personas que atraen miles y hasta millones de seguidores, que los acompañan en diferentes actividades. Estas figuras, producto de la intensa relación de internet con las telecomunicaciones y las redes sociales, ocupan actualmente un enorme espacio en la atención de millones, y a veces de cientos de millones de personas, por lo que son muy solicitados por empresas y por agencias de marketing.
Información genuina o publicidad
Estas figuras públicas, que se mueven en las aguas algo confusas de las redes sociales, se han convertido también en importantes portavoces de diferentes marcas de campañas publicitarias. Pero a menudo no informan de esto ni a sus seguidores ni a la administración a la que corresponde cobrar los impuestos correspondientes. Se trata de una actitud no compartida por todos los influencers, como demuestran declaraciones hechas en 2018 por Carles Caparrós, mejor conocido en el ciberespacio como Korah:
“Me molesta que no se advierta de la publicidad. Por ética, por ley, por dar ejemplo. Pero aún me molesta más que no lo hagan youtubers o influencers amigos”.
La ley que regula la publicidad en los influencers
Korah no era el único preocupado por la falta de control sobre la publicidad en los influencers, y aunque ha llevado unos años, finalmente en octubre de 2025 entrará en vigor el nuevo Código de Conducta de Publicidad a través de Influencers. Esta norma no se puede considerar exactamente una ley sino como forma de autocontrol promovida por la Asociación Española de Anunciantes, AEA.
Esta normativa cuenta también con el auspicio de IAB Spain y del ministerio de Consumo del gobierno español, e intenta hacer que los influencers sean más honestos con sus seguidores al identificar claramente cuándo algo sobre lo que están tratando es contenido publicitario, o forma parte de alguna campaña publicitaria.
El nuevo código considera como publicidad toda promoción gráfica o verbal de un producto, servicio o marca, aunque aparezca de forma indirecta y el influencer lo maneje como si se tratase de algo casual. La publicidad deberá estar claramente etiquetada y no presentarse bajo discursos ambiguos como “este es un regalo” o “gracias a la agencia tal por…”. Cuando haya dudas, el organismo encargado de supervisar que se respete el código podrá comparar la actuación de un influencer con otros que claramente están haciendo publicidad.
Es un tema que tiene dividido a los influencers, que no comparten todos los aspectos del nuevo código, aunque están de acuerdo con que había que establecer una normativa.
Qué sucede si los influencers no cumplen con el Código de Conducta
El Código de Conducta de Publicidad a través de Influencers considera otros aspectos, además de la transmisión de publicidad, como la prohibición de anuncios o campañas a favor del consumo de tabaco o medicamento, o el consumo de alcohol y de apuestas y otros juegos de azar entre menores de edad. En consecuencia, deben respetar franjas horarias cuando tocan algunos de estos temas.
El Código también prohíbe y sanciona aquellos contenidos que inciten al odio, al racismo o la violencia, y deberán incluir señales acústicas cuando se toquen temas como el sexo. Respecto a las sanciones por faltar al Código de Conducta:
- Si el influencer comete una falta leve y sus ingresos son inferiores a 2 millones de euros, puede ser multado hasta por 10.000 euros; pero si sus ingresos son superiores, la multa puede llegar a 150.000 euros.
- Si la falta es grave, la multa puede llegar a 30.000 euros en el primer caso, y a 750.000 en el segundo.
- Si se considera que la infracción fue muy grave, la multa oscilará entre 60.000 y 1.500.000 euros.
