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“Noches de Confusión”

Entiendo que por corrección política no puede usarse ya la palabra “loco”. Decir “orate” está igualmente prohibido, lo mismo que hablar de “enfermo mental”. Hasta donde sé, aún es permitido emplear el término “alienado”, pero no estoy seguro.

Todo eso no quita, sin embargo, que Corito estuviera loco. Su locura era bastante loca: consistía en salir en cueros a la calle sin más cobertura que la de una sombrilla que llevaba, decía él, “pa’ taparme el sol”. Así, en pelota, se paseaba por el pequeño pueblo mostrando sus colguijes, hasta que el gendarme municipal corría a cubrirle las pudendas partes con su chaquetín antes de llevarlo a su casa y entregarlo a su atribulada madre, quien declaraba entre lágrimas que ya no sabía qué hacer con él.

Al alcalde del lugar se le ocurrió una brillante idea para acabar con el problema. Hizo llevar a Corito a su oficina, vestido, eso sí, pues en la pared había una estampa de don Benito Juárez y era necesario mostrar respeto al Benemérito. Le dijo el edil al desnudista: “Corito: tengo una buena chamba para ti. Saldrás a la calle vestido de charro, a fin de promover el turismo. No tendrás que hacer más que pasearte por el pueblo luciendo el traje nacional, que nosotros mismos te proporcionaremos, con inclusión de sombrero jarano, cinturón piteado con hebilla de plata en forma de herradura y espuelas de Amozoc. Te pagaré 5 pesos diarios por ese trabajo, más las prestaciones de ley”.

Corito aceptó el trato, y a partir del siguiente día lo cumplió: ya no salió a la calle en traje de Adán, sino de charro. “Hasta a Jorge Negrete se parece m’hijo” -decía feliz y orgullosa su mamá.

Aconteció algo, por desgracia, que a duras penas puedo relatar. Llegó el domingo, y al salir la gente de la misa de 11 he aquí que Corito andaba otra vez en cueros, mostrando sus vergüenzas en vez de vestir el gallardo atuendo del charro mexicano. Se apresuró el alcalde a ir hacia él, y tapándole con su sombrero lo destapado le preguntó, severo: “Corito: ¿y nuestro trato?”. Respondió el loco: “Los domingos no se trabaja”.

Escrito por Carolina Fonseca

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