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“El ejercicio como medicina: cómo moverse es clave para la salud”

Un nuevo estudio de la Universidad de Fudan en Shanghái, China, revela una relativamente novedosa investigación sobre la relación entre la actividad física y la prevención de enfermedades. Los investigadores estudiaron a 73.411 personas con un promedio de 56 años, midiendo su actividad física, gasto energético y tiempo sedentario, encontrando una relación entre el movimiento y la prevención de enfermedades.

Un estudio preliminar presentado en la 77.ª Reunión Anual de la Academia Estadounidense de Neurología, que tendrá lugar del 5 al 9 de abril de 2025 en San Diego, encontró que las personas que realizan actividad física moderada a vigorosa pueden tener menos probabilidades de desarrollar ciertas enfermedades. Además, el estudio encontró que cuanto más tiempo pasan las personas sentadas, más probabilidades tienen de desarrollar una de estas enfermedades.

El doctor Jia-Yi Wu, autor del estudio, destacó el papel de la actividad física y el sedentarismo como factores modificables que pueden mejorar la salud cerebral y reducir la incidence de estas enfermedades. El estudio sugiere que alentar a las personas a realizar cambios en su estilo de vida podría reducir potencialmente la carga de estas enfermedades en el futuro.

El deterioro cognitivo leve es la etapa entre el declive cognitivo que se puede esperar del envejecimiento normal y el declive más serio de la demencia. Quienes lo padecen pueden experimentar dificultades para recordar, razonar o concentrarse, aunque estos problemas no siempre afectan su vida cotidiana.

El estudio encontró que la actividad física ayuda a regular la presión arterial y mejorar la función del sistema circulatorio, lo que podría reducir el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular. El gasto energia diario promedio de los que desarrollaron demencia fue de 0,85 kilojulios por kilogramo, lo que representa una diferencia de 0,37 kilojulios por kilogramo respecto a aquellos que no padecieron la enfermedad.La Energeta y la Salud Vascular

Los kilojulios (kJ) son una unidad de energía, utilizada para medir la cantidad de energía que containe un alimento o la cantidad de energía que el cuerpo utiliza. Al igual que la “gasolina” que necesitamos para moverse, respirar y pensar, los kilojulios nos dicen qué “gasolina” hay en lo que comemos o gastamos en nuestras actividades. Una kilocaloría (kcal), que es la unidad de energía en nutrición, es igual a 4,184 kilojulios (kJ).

Cada año, más de 11,9 millones de personas en todo el mundo sufren un accidente cerebrovascular (ACV), una de las principales causas de discapacidad y muerte, según el último informe de la Carga Global de Enfermedades (GBD). En América Latina, la tasa de mortalidad sigue siendo alarmante, con un aumento del 24,1% en las muertes en las últimas tres décadas.

El movimiento regular puede contribuir a la salud vascular y reducir el riesgo de accidente cerebrovascular. La práctica de ejercicio nos ayuda a mantener la presión arterial en niveles adecuados y a mejorar la función del sistema circulatorio.

Un estudio de la Universidad de Fudan en Shanghái encontró que las personas que sufrieron un accidente cerebrovascular presentaron un gasto energético de 1,02 kilojulios por kilogramo, inferior al de quienes no desarrollaron la enfermedad.

Además, la ansiedad es una respuesta natural del organismo ante una amenaza, pero cuando se vuelve persistente e independiente de un peligro real, puede convertirse en un problema de salud. Un psicólogo, Ronald Siegel, de la Harvard Medical School, dijo que esta emoción cumplió un papel clave en la evolución, permitiendo anticipar y evitar riesgos. Sin embargo, cuando la preocupación se vuelve constante y desproporcionada, puede derivar en síntomas físicos como insomnio, trastornos digestivos y dolor crónico.

Estudios han demostrado que la actividad física ayuda a reducir la ansiedad al liberar neurotransmisores como las endorfinas, que generan sensación de bienestar. Además, el ejercicio regular puede disminuir los niveles de cortisol y adrenalina, hormonas del estrés que, en exceso, afectan el sistema cardiovascular, digestivo y nervioso.La actividad física y su impacto en la salud mental

La actividad física ha sido vinculada con una reducción en los niveles de ansiedad y la depresión. De hecho, según un estudio reciente, la depresión es una enfermedad que se caracteriza por una tristeza persistente y la pérdida de interés en las actividades cotidianas. Su origen es multifactorial e involucra aspectos genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos.

La actividad física no solo influye en el estado de ánimo, sino que también favorece la regulación del sueño y la producción de serotonina y dopamina. Los datos mostraron que aquellos que desarrollaron depresión tuvieron un gasto energético de 1,08 kilojulios por kilogramo, mientras que aquellos sin la enfermedad presentaron valores más altos.

La evidencia científica sugiere que el ejercicio puede ser una herramienta complementaria en el tratamiento de la depresión, al reducir la inflamación y mejorar la conectividad neuronal. Especialistas recomiendan la actividad física regular como parte de un enfoque integral que incluya apoyo psicológico y, en algunos casos, tratamiento farmacológico.

Además, el sueño es un factor clave de la salud humana. Las alteraciones e interrupciones del sueño afectan tanto la calidad como la cantidad de horas de descanso, lo que no solo provoca fatiga y dificultades para concentrarse, sino que también puede agravar afecciones de salud preexistentes.

En resumen, la actividad física es una estrategia clave para enfrentar los miedos y reducir el ciclo de preocupación constante. Además, puede ser un factor protector contra la depresión, al reducir la inflamación y mejorar la conectividad neuronal. El buen dormir es esencial para la salud humana, ya que afectan la concentración, el sistema inmunológico y aumentan el riesgo de enfermedades metabólicas.El déficit de sueño crónico se ha relacionado con problemas cardiovasculares, deterioro cognitivo, debilitamiento del sistema inmunológico y un mayor riesgo de obesidad y diabetes tipo 2. La evidencia científica indica que la actividad física puede ser una herramienta eficaz para mejorar la calidad del sueño y reducir el insomnio.

Según un estudio, las personas con trastornos del sueño registraron un gasto energético de 0,95 kilojulios por kilogramo, en comparación con los 1,22 kilojulios de quienes no tuvieron problemas de descanso. El ejercicio puede contribuir a mejorar la calidad del descanso. Mantener una rutina de actividad física ayuda a regular los ciclos de sueño y a reducir el insomnio, facilitando un descanso más profundo y reparador.

La evidencia científica también indica que el ejercicio puede ser una herramienta complementaria en el tratamiento de la depresión, ayudando a reducir la inflamación y mejorar la conectividad neuronal, lo que podría integrarse con otros enfoques terapéuticos.

Además, cuanto más tiempo pasan las personas sentadas, mayor es su riesgo de desarrollar una de estas enfermedades, con un aumento que oscila entre el 5% y el 54% respecto a quienes pasan menos tiempo en esta posición.

Los investigadores utilizan equivalentes metabólicos (MET) para cuantificar el gasto energético. La actividad física moderada a vigorosa se define como actividades con un gasto energético de al menos tres MET, donde caminar, planchar o limpiar supone tres MET y el ejercicio más intenso, como andar en bicicleta, puede rondar los seis MET, dependiendo de la velocidad. Según los resultados, las personas con mayor gasto energético en actividad física moderada a vigorosa tienen entre un 14% y un 40% menos de probabilidades de desarrollar estas enfermedades en comparación con quienes tenían un gasto energético menor.

Escrito por Luisa Sanchez

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